Cuando Coy Mathis tenía unos cinco meses, unos amigos de
sus padres le llevaron unas mantitas como regalo para él y los otros dos
mellizos con los había nacido.Instintivamente, Coy tomó la mantita
rosa que, en principio, era para su hermana. Sus
padres no le dieron más importancia al asunto. Tampoco se la
dieron al hecho de que, en 2009, Coy abriera su regalo de Navidad, un coche de
juguete de la película de Disney Cars, y, al verlo, lo dejara en el
suelo con total desinterés.
Al poco, Coy se estaba poniendo el bañador
de su hermana mayor, cuyo fleco lo asemejaba a un tutú, y
exigiendo vestir como una niña porque las camisetas con fotos de deportes,
monstruos y dinosaurios no le importaban nada.Los Mathis no tardaron en
comprender que Coy
habría nacido con cuerpo de niño pero lo que habían tenido era una niña.
Al poco le estaban dejando que vistiera como tal en la calle y, sobre todo, en
la guardería a la que empezó a ir en agosto de 2011.
El chaval tímido y retraído floreció
convertido en una niña extrovertida y abierta; una señal que
los Mathis interpretaron como que estaban haciendo lo mejor por la pequeña. Y
por eso, ahora
están enzarzados en una batalla legal con el colegio en el que Coy, ahora de
seis años, estudia primero de primaria en Fountain (un pequeño pueblo de
Colorado, Estados Unidos) porque no piensan permitir que Coy utilice el baño de
chicas.
“Estoy
seguro de que entienden que según
Coy vaya creciendo y sus genitales se vayan desarrollando con el resto de su
cuerpo, como mínimo algunos padres estarán incómodos con la
idea de utilice el baño de chicas normalmente”, explicaron a los padres en una
carta.
Proponen que Coy utilice el baño
de la enfermería, reservado para los alumnos que estén enfermos, o el que se encuentra en la sala
de profesores. “Pero ese baño es solo para enfermos y yo no lo estoy”, se
lamenta Coy, vestida con mayas blancas y un vestido rojo. Es más, los padres
temen que el uso de un baño especial resulte en que sus compañeros terminen
estigmatizándola.
Este
conflicto, que ha provocado que Coy lleve unos meses estudiando en casa con sus
hermanos, no es el primero al que se enfrenta el niño en su corta vida. Sus padres, que no ofrecieron
reticencia alguna a que vistiera con la ropa de su hermana en casa, se resistieron
a que saliera a la calle vestido así.
La
reacción de Coy era invariable: “Veía las típicas prendas de niños y decía, con
gesto de derrota, ‘Creo que prefiero quedarme en casa”, recuerda su madre. “Lo
importante no era el rosa: era que el mundo la viera como una niña“.
Cuando Coy
pidió ser llevado a un médico “para que me arregle”, los padres consultaron a un
psicólogo y descubrieron que la actitud de Coy no era una fase, sino una
condición reconocida desde 1980. Dieron permiso para que
vistiera como una niña a mitad del año escolar y, efectivamente, el niño
retraído que era incapaz de seguirle el ritmo a sus compañeros se convirtió en
una avezada estudiante.
Pero
la guardería usaba baños unisex. Ahora, Coy está en mitad de un
conflicto que podría avanzar la legislación de los derechos de transexuales en
su Estado.
Fuente: http://www.eres-curioso.com
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