lunes, 13 de mayo de 2013

La familia de una transexual de 6 años demanda a su colegio por prohibirle usar el baño de niñas


 Cuando Coy Mathis tenía unos cinco meses, unos amigos de sus padres le llevaron unas mantitas como regalo para él y los otros dos mellizos con los había nacido.Instintivamente, Coy tomó la mantita rosa que, en principio, era para su hermana. Sus padres no le dieron más importancia al asunto. Tampoco se la dieron al hecho de que, en 2009, Coy abriera su regalo de Navidad, un coche de juguete de la película de Disney Cars, y, al verlo, lo dejara en el suelo con total desinterés.
Al poco, Coy se estaba poniendo el bañador de su hermana mayor, cuyo fleco lo asemejaba a un tutú, y exigiendo vestir como una niña porque las camisetas con fotos de deportes, monstruos y dinosaurios no le importaban nada.Los Mathis no tardaron en comprender que Coy habría nacido con cuerpo de niño pero lo que habían tenido era una niña. Al poco le estaban dejando que vistiera como tal en la calle y, sobre todo, en la guardería a la que empezó a ir en agosto de 2011.
El chaval tímido y retraído floreció convertido en una niña extrovertida y abierta; una señal que los Mathis interpretaron como que estaban haciendo lo mejor por la pequeña. Y por eso, ahora están enzarzados en una batalla legal con el colegio en el que Coy, ahora de seis años, estudia primero de primaria en Fountain (un pequeño pueblo de Colorado, Estados Unidos) porque no piensan permitir que Coy utilice el baño de chicas.

“Estoy seguro de que entienden que según Coy vaya creciendo y sus genitales se vayan desarrollando con el resto de su cuerpo, como mínimo algunos padres estarán incómodos con la idea de utilice el baño de chicas normalmente”, explicaron a los padres en una carta.
Proponen que Coy utilice el baño de la enfermería, reservado para los alumnos que estén enfermos, o el que se encuentra en la sala de profesores. “Pero ese baño es solo para enfermos y yo no lo estoy”, se lamenta Coy, vestida con mayas blancas y un vestido rojo. Es más, los padres temen que el uso de un baño especial resulte en que sus compañeros terminen estigmatizándola.
Este conflicto, que ha provocado que Coy lleve unos meses estudiando en casa con sus hermanos, no es el primero al que se enfrenta el niño en su corta vida. Sus padres, que no ofrecieron reticencia alguna a que vistiera con la ropa de su hermana en casa, se resistieron a que saliera a la calle vestido así.
La reacción de Coy era invariable: “Veía las típicas prendas de niños y decía, con gesto de derrota, ‘Creo que prefiero quedarme en casa”, recuerda su madre. “Lo importante no era el rosa: era que el mundo la viera como una niña“.
Cuando Coy pidió ser llevado a un médico “para que me arregle”, los padres consultaron a un psicólogo y descubrieron que la actitud de Coy no era una fase, sino una condición reconocida desde 1980. Dieron permiso para que vistiera como una niña a mitad del año escolar y, efectivamente, el niño retraído que era incapaz de seguirle el ritmo a sus compañeros se convirtió en una avezada estudiante.
Pero la guardería usaba baños unisex. Ahora, Coy está en mitad de un conflicto que podría avanzar la legislación de los derechos de transexuales en su Estado.

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